Las tramas preelectorales se sirvieron en bandeja en jugosos quinchos: la reapertura de un famoso restoran en Palermo aglutinó en especial a radicales, que intercambiaron información privilegiada sobre la elección en Corrientes y las corridas de potros de pedigrí, aunque no faltaron representantes del oficialismo; el exvicepresidente Cobos también se repartió en varios templos gastronómicos (y lo seguimos), y el segundo casamiento de un periodista deportivo permitió tomar contacto con un distendido “sheriff” Granados. Veamos.

El Papa por segunda vez en tres días con Mauricio Macri. Ayer se vieron en Cagliari (en la foto con Juliana Awada) para un acto religioso, después de la cita a solas del jueves en el Vaticano.

Como hasta ayer estaban prohibidos los actos de campaña -veda que ningún candidato respeta pero que limita las convocatorias- una serie de fiestas, casamientos, galas benéficas y cumpleaños sirvieron durante la semana para que protagonistas, curiosos, entornistas y otros personajes de los quinchos se entregaran a discusiones informales pero jugosas de los entramados preelectorales. Hubo de todos los niveles de reuniones, algunos cumpleaños celebrados con discreción para no levantar polvareda en medio de una campaña (el de Fernando de la Rúa la semana anterior, o el de Gustavo Marangoni ayer), y encuentros multitudinarios con militantes de veredas diversas. Tomando envión para el arranque de la campaña -ocurrió con pedradas ayer a la caravana de Sergio Massa en González Catán- el oficialismo guardó los nuevos lemas y argumentos discutidos entre cuatro paredes hasta hoy, cuando se lance Martín Insaurralde en Lomas de Zamora junto a Daniel Scioli. A la misma hora Cristina de Kirchner estará en Nueva York con comitiva y agenda cortas, tanto que es el viaje a la ONU más corto que se les recuerde a los Kirchner, apenas dos días en la Gran Manzana. En la previa de este arranque de campaña hubo sordos ruidos tras los muros. El territorio principal de la batalla en Buenos Aires será ciertamente La Matanza, en donde hay más votos y en donde el kirchnerismo tratará de mostrar números mejores que los de Tigre, como si no fueran el fruto de una misma gestión cuyos actores decidieron hace un mes -cierre de las listas- dejar de ser amigos y buscar destinos aparte acusándose, unos a otros, de mentir.

Para ese oficialismo ahora dividido los gestos parecen claves en lo que queda en la campaña. El jefe de La Matanza, Fernando Espinosa, explicaba en quincho discreto con asesores en una oficina de la zona de Congreso que en su distrito está pasando lo mismo que ocurría en la zona norte antes de las primarias: hay por lo menos un 15% de votantes a los que se les pregunta: 1) ¿está de acuerdo con Cristina? Sí; 2) ¿apoya al PJ? Sí; 3) ¿a quién vota? Respuesta: a Massa. Ese segmento identifica las tres consignas en una sola y cree que apoya al oficialismo votándolo a Massa. El intendente de Tigre está chocho con esto y no tiene ningún interés en desmentirlo, pero desnuda la fragilidad del armado porque en algún momento él, o alguien, va a terminar poniendo claridad. En esos armados para el último tramo de la campaña que hace el kirchnerismo provincial hay otras especulaciones que le dan esperanzas de mejorar en la urna: ¿adónde van los votos de De Narváez? Según los pollsters de este sector, el candidato que hasta el salto de Massa parecía ganar las elecciones puede perder unos 6 puntos de los 10 que sacó en las primarias. Esa dispersión, especulan, puede beneficiar la mitad a Massa y la mitad a Stolbizer-Alfonsín. Con ese cóctel -de especulaciones- en esas mesas kirchneristas se ilusionan con que Insaurralde puede aumentar los votos 1) capturando denarvaístas; 2) trabajando sobre ese segmento que cree que Massa es el oficialismo. No son nuevos estos espejismos de campaña. Alguien, en la mesa de Espinosa, recordó que a Graciela Fernández Meijide, de campaña en 1999 a la gobernación de Buenos Aires, se le acercaba gente que le prometía el voto, pero que le pedía, además, “por favor, cuídemelo al doctor Menem”.

Como trasfondo de esas afirmaciones funciona ya la idea, generalizada, de que en la elección del domingo pasado en Corrientes se probó que la urna confirma el resultado de la primaria, porque si se comparan los resultados de las dos fechas, el triunfo de Ricardo Colombi era inevitable. De esa elección se sacó otra lección: mejor que los dirigentes nacionales no aparezcan mucho en campañas provinciales porque la sobrecarga de apoyos le dio al peronismo apenas un punto de diferencia por sobre el radicalismo en la elección del intendente de la Capital -con eso ganó Fabián Ríos la silla de “Camau” Espínola-, pero perjudicó a éste en el voto a gobernador con lo cual Colombi aseguró la reelección. Esa noche del domingo será en alguna oportunidad tema de un relato novelesco porque el propio Colombi se desveló hasta la madrugada del lunes esperando el resultado. Creía en la boca de urna que le daba desde temprano la victoria por más de 5 puntos, pero a las 2 de la madrugada la diferencia se achicó a los 2 puntos. En el comando estaba la flor y nata del radicalismo nacional -de Ernesto Sanz a Gerardo Morales, pasando por Rafael Pascual- y cortaron clavos hasta que se terminó de contar la última urna. A la misma hora, en Buenos Aires, el peronismo tenía preparados aviones para llevarlos a Corrientes a Scioli y a otros funcionarios nacionales que esperaron el resultado ganador en vano. Scioli jugó igual esa noche el partido de fútbol 5 con Country Banfield, pero sin la presencia en La Ñata de Insaurralde, que debía subir al avión ganador rumbo a Corrientes. De paso, y para quienes siguen esta saga, este fin de semana el equipo de La Ñata se aseguró el primer lugar en la tabla de la B del campeonato de la AFA y mejoró su chance de ascender a primera con el triunfo del sábado del equipo del gobernador sobre UAI Urquiza por 7 a 4.

De Corrientes y de otras cuitas radicales se habló mucho el sábado en la inauguración de la nueva sede en el Palermo fashion de la parrilla La Raya, que dejó su anterior local de la calle Ocampo y convocó a medio millar de amigos, proveedores y habitués a compartir una bandejeada para brindar por la suerte de la nueva casa (es la cuarta sede que tiene en 70 años, que se cumplían también el sábado). La despedida de la vieja casa de Ocampo fue más lenta que la de los Chalchaleros, y en cuotas. El miércoles había habido una mesa hiperradical con Enrique Nosiglia, José María García Arecha, Marcelo Stubrin, Pedro Trucco y otros que lagrimearon. El sábado, en la otra sede, estuvieron además de esos, Rafael Pascual, Raúl Gámez (ex Vélez, es candidato a diputado por UNEN sector Terragno), Miguel Pereira (el filósofo de San Telmo, según sus amigos), Luis Cetrá y, entre otros, César Martucci, exdiputado y hoy directivo de Boca Juniors, el médico de la AFA que fue de las selecciones “Cacho” Paladino, los sindicalistas Roberto Digón (tabaco) y Juan Carlos Crespi (petroleros), toda la familia Codina, de los propietarios, el controlador municipal Carlos Ventureira, el empresario “Chendo” García Vázquez, Carlos Babington, Caros Ribolsi, el “Bambino” Veira, etc. Dominó este sector radical en la fiesta que tocó a todos los segmentos del padrón de esa parrilla: se integró la mesa de “los tenores”, llamada así por el vozarrón de sus ocupantes -Coco Basile, Mostaza Merlo, el periodista Horacio Pagani, quien en su discurso gritó “Raya o Muerte”-, la de los artistas, con Guillermo Francella, Teté Coustarot, junto a infaltables de siempre como el “Pilo” José Bordón, el otro Basile, “Chicho”, exdiputado, o Ginés González García, embajador en Chile que venía de otros fastos más o menos discretos. El más importante, la celebración del Día de la Primavera que organiza todos los años la universidad Insalud en su local de la calle Venezuela, en donde el político y sanitarista pega un salto atrás y juega como un estudiante más. Como antes, se disfrazó este año de estudiante hincha de Racing, muy festejado como en años anteriores cuando era emperador de los genéricos. No se avanzó en otros relatos aunque en esa algarada hubo otro protagonista, el dietista Alberto Cormillot, que ya ha superado el tap como espectáculo y ahora exhibe destrezas de acrobacia colgado de cuerdas a varios metros de altura.

Animó mucho las mesas la presencia de un ícono del radicalismo porteño, “Tatino” (a) Alberto Ibáñez, hoy empresario de la limpieza (aeropuertos) y ligado siempre a Enrique Nosiglia. Fuente inagotable de leyendas, ahora cabalga un sueño “en colores”: hará correr el 2 de noviembre en el hipódromo de Santa Anita, Los Angeles, su producto Easy Rider, que llega a esa competencia, la Breeder’s Cup, que tiene como premio u$s 500 mil, después de triunfar en competencias previas. Ese producto, experto en carreras largas, será cabalgado por el jockey Gary Stevens, estrella del film “Seabiscuits”, una película de culto para los burreros de todo el mundo. Ahora Tatito ve que el grupo de amigos que quieren viajar a California con él se agranda y, aunque ciertos códigos le pondrán antifaz a esa comitiva, va a haber estrellas de los negocios y de la política ese día, porque si Easy Rider gana, irá a competir a Hong Kong por un soñado premio de u$s 12 millones. Tatito se demoró por las mesas contando esta historia en mesas con gente del turf, como Pascual, que fue cuotahabiente del famoso Charleta y es socio del haras Parque Patricios por el que corre Easy Rider, lo que obligará al jockey a usar una chaqueta con el escudo de Huracán y, al lado, la bandera nacional. “Con sol -pidió Tatito al diseñador de la casaca- porque si no, es la bandera de Nicaragua”.

Miraban algunos a Ginés como si supiera algo de lo que había organizado ese sábado su sobrino, Lisandro Bonelli -candidato a legislador provincial en listas de Sergio Massa- en el campo de sus amigos de Tres Soles en Villa Ramallo, en la frontera de ese partido con San Nicolás, pueblo natal de Ginés, para juntarlo al intendente con Carlos Reutemann. “Tiene 37 años, hace política por las de él”, desmarcó el embajador. Otros presentes en La Raya, y ya jugados por massismo, como “Chicho” Basile, tenían más datos, como que José Ignacio de Mendiguren, mientras esperaba en el casco la llegada de los jefes de la mesa de enlace, bromeó: “Vienen los del campo. ¿Vienen llorados o a llorar”. El exjefe de la UIA tiene un contencioso con la gente del campo, aunque él es productor, y les marca siempre la cancha con el discurso de que hay que unir a la industria y al campo. Ilustra su posición llevando a esas reuniones, como símbolo, una torniqueta, mecanismo de metal que se usa para los alambrados. “Esto es industria más campo”, dice en voz alta. “Vasco, es el símbolo del apriete y la extorsión”, ríe delante de él Felipe Solá, otro de los asistentes a ese asado que redundó en lo que se buscaba, una señal para que el público que sigue la política por imágenes cambie de conducta. Esto, dicho con semiología básica, es lo que aportó ese asado de más de seis horas, en el que los dirigentes agrarios, los economistas de Massa, intendentes, diputados y los dos políticos repitieron sus quejas hacia el trato que le da el Gobierno al sector. Lole, según uno de los observadores perspicaces de ese asado, actuó como quien es rescatado de un olvido, como si buscase que alguien le diera un lugar sin obligarlo a él a liderar nada.

Lo demás fue silencio. Llegó, como es usual en él, antes que el resto y se informó con asesores de Massa que esperaban a su jefe de las encuestas que tienen. Dijo creer en un resultado mejor para este frente al que sacó en las primarias (esto lo escuchó el intendente Gilberto Alegre). En ese encuentro actuó como enlace el senador pampeano Carlos Verna, a quien Massa conoce -como a casi todos- desde su tiempo en la ANSES, donde tenía además como gerente al marido de la secretaria de Reutemann, Celia Arenas. Con Lole se conocían desde las inundaciones de Santa Fe, donde fue como funcionario durante más de tres semanas y allí enlazaron alguna relación que ahora produce esta foto que, para los optimistas, es una escalera al éxito, y para los contradictores, nada más que eso, una foto. ¿Y para adelante? Saltó Redrado como note-taker de la reunión y lo comprometieron para que arme una agenda de diez puntos, no… mejor de cinco. ¿De listas? Ni hablar. Durante el almuerzo Lole ejerció la dialéctica del silencio y no abrió el juego por él ni por nadie, todo un enigma porque hay gente de él que figura en las listas del macrista Del Sel en Santa Fe. Como para contribuir a la confusión general en un país en donde el creador de la 125, Martín Lousteau, hace campaña junto al sepulturero de la 125 (Julio Cobos).

A propósito del exvicepresidente, logró atraer en la semana a decena de radicales de todas las veredas. Al frente partidario lo atendió a mediodía en el emblemático restorán Lalín de la calle Moreno al 1900, donde el exdiputado José Bielicki convoca desde hace un cuarto de siglo al Grupo Progreso. Las instalaciones del local resultaron prácticamente desbordadas por los asistentes que superaron toda marca de estos almuerzos en los últimos años, seguramente por la expectativa de almorzar con un radical ganador de elecciones (2003 para gobernador, 2007 para vicepresidente, 2009 por efecto del voto no positivo y las recientes primarias en Mendoza), cuando lo usual en estas reuniones es comer y escuchar a perdedores contumaces, comentaban con malicia algunos correligionarios. Las multitudinarias mesas albergaban a candidatos de UNEN para las próximas elecciones en Capital, Hernán Rossi, Adrián Ramos, Raúl Gámez, Cristina Vesco, Alejandro Bellera, y del Frente Progresista en Buenos Aires como Héctor “Cachi” Gutiérrez y Juan Pedro Tunessi (junto a Willy Hoerst, emisarios alfonsinistas); al expresidente de la Cámara de Diputados como Rafael Pascual; representantes del macrismo radical (Proa) como Héctor “Tom” Costanzo y Juan Pablo Bay-lac; la senadora y coequiper Laura Montero; exlegisladores y funcionarios de distintas administraciones radicales como Héctor Lombardo, Oscar Muiño, Quico Pujol, Héctor Lapadú, Héctor Arson, Marilú Bockel, Humberto Dato, Enrique Benedetti, Pedro Querido, Carlos Pérez Gresia, Lucía Alberti, Carlos Pogoriles, el presidente del Instituto Yrigoyeneano Diego Barovero, convencionales nacionales de la UCR Mario Peres Lerea, Claudia Guebel, Carlos Rodríguez, Ricardo Pérez Vélez, entre otros. Cobos expuso su propuesta de campaña basada en tres ejes de cambio: institucional, económico y social, haciendo especial énfasis en la educación respecto de este último (sobre lo cual en su momento escribió un libro calificándola como “el único camino”).

Por la noche debió repetir el libreto, con sutiles modificaciones, más específicamente sobre educación y vivienda a largo plazo, debido al cambio de escenario en el coqueto Club Español, donde ocupó la tribuna del conservador Consenso Republicano, organización plural de orientación centroderechista donde conviven Guillermo Alchouron, Carlos “Tato” Brown y Federico Pinedo, a los que se sumaban Raúl Baglini (una suerte de bisagra entre sus dos comprovincianos que disputan la candidatura presidencial radical, Julio Cobos y Ernesto Sanz), el novelista Marcos Aguinis, el constitucionalista Félix Loñ, el exgobernador mendocino José Octavio Bordón y un lote amplio, entre quienes estaban Jorge Enríquez (recién llegado de Perú), Ricardo López Murphy, Rafael Pascual (el mejor humor de la noche), Juan Octavio Gauna, Zenón Ceballos, Eduardo de la Rúa, Roberto Ávalos, Horacio Jaunarena, Ricardo Lafferriere, Cornelia Schmidt Liermann y Martín Borrelli (los dos macristas más encumbrados en el encuentro), Miguel Etchevehere, Máximo Fonrouge, Jorge Neuss, Julio Macchi, María Cristina Guzmán, Eduardo Sadous, Mario Llambías, Rodolfo Iribarne, Graciela Fescina, Felipe Noguera, Diego Ibarbia, Pedro Simoncini, Rosario Sica, Enrique Crotto, Luciano Miguens y el gobernador de Chubut Néstor Perl.

Más que ecléctico, por la procedencia profesional de los invitados, casamiento en segundas nupcias del periodista Gastón Recondo con Valeria Marcovecchio, el sábado a la noche en el Holiday Inn de Ezeiza, en el predio de El Mangrullo, un lugar que parece hoy la meca del conurbano bonaerense. Recondo, uno de los más querido en su rubro, logró reunir en la misma noche del sábado a personajes tan distintos como el anfitrión Alejandro Granados, Martín Palermo, el economista Fausto Spotorno y los colegas del agasajado Marcelo Palacios, Beto Casella, Alejandro Fantino, Alexis Puig y su mujer Lola Cordero. También el director de Radio 10, José Luis Rodríguez Pagano, el exchalchalero y hoy solista Facundo Saravia (estrenando disco y estado civil) y el empresario gastronómico Cristian Quintiero, dueño de Santino. Si dependiera de la presencia personal y obsesión por los detalles, Granados da la impresión de una persona interesada en sus tareas. Al menos lo demostró fiscalizando como organizador general del evento desde la presencia de la seguridad en el predio hasta la llegada en tiempo y forma del catering. Sabiéndose el hombre del momento, además no le importó que cualquier invitado lo demore preguntando sobre sus planes y recogiendo inquietudes sobre problemas de robos varios y “presencias peligrosas” de muchos de los invitados, famosos o no. Tampoco le molestó que algún humorista lo comparara con Asterix, el personaje de la historieta belga sobre un héroe de la Galia en los tiempos del Imperio Romano.

Ya en la madrugada, sabiendo que todo había salido como correspondía y cuando los novios disfrutaban de los bailes, Granados se distendió y deslizó algunas primeras impresiones. Conforme con el apoyo que el viernes le había dado Cristina de Kirchner con su presencia en un acto en su propio terruño, rechazó cualquier tipo de polémica que pueda llegar a tener con el “ala Verbitsky” del combate a la inseguridad. “Scioli me dijo que sea el sheriff y eso voy a ser”, repetía en varios momentos, asegurando que los resultados de su gestión se verán pronto y que “serán la plataforma para que Scioli sea presidente en 2015”. Dijo que le prometieron fondos para renovar patrulleros, instalar cámaras y un centro de investigaciones de delitos modelo en Sudamérica, y sólo hubo una queja: cierta demora en confirmar algunos nombramientos que él considera claves. Hubo tiempo también para hablar de política. Se consideraba en algunas mesas las encuestas que le dan a Daniel Scioli la mejor imagen del país para pensar en un presidenciable del oficialismo, y se lamentaban algunos por la mala fortuna de Florencio Randazzo de haber tenido el accidente ferroviario de Castelar (que se demostró como, mínimamente, un error humano) a horas de definirse el primer puesto de candidatos de diputados nacionales por el kirchnerismo. “Florencio ganaba”, es el pensamiento de varios seguidores del intendente de Ezeiza.

Hubo tiempo también, entre la buena perfomance del grupo de humor Americones (los favoritos cuando hay que alegrar a la Selección en el predio de Ezeiza en las largas concentraciones) y un lomo 100% industria nacional para analizar con Cristian Von Quintiero y otros empresarios gastronómicos la marcha del sector. Se habla de rentabilidades al borde (entre el 10 y el 15% cuando el histórico del sector es el 35% sobre facturación) fruto de la inflación y de un factor poco analizado: la caída del turismo internacional por el encarecimiento de la Ciudad. Habla además del encarecimiento del principal socio en las ganancias pero no en las pérdidas de todo restaurante: el alquiler. Quintiero, de familia gastronómica, es además hermano del músico Fabián “el Zorrito” von Quintiero, y entre ambos manejan también el Soul Café y Bruni. Éste prepara, con otro apellido histórico de la música local, Alejandro Pont Lezica, el concierto que Charly García dará hoy en el Colón. Se dice que el propio García le pidió a Cristina de Kirchner, cuando la vio en Olivos, que vaya al evento, del que participará además Mauricio Macri, administrador máximo del Colón. Sería un encuentro “cumbre” de la política, que no logró ni siquiera la reinauguración del teatro en los festejos por el Bicentenario de 2010.

Aplomado, contento y “feliz”, según sus palabras, estaba Martín Palermo; dispuesto en el casamiento a las fotos y los saludos con cualquiera que se le acercase (a diferencia de algún otro ídolo también presente, con malhumor notable). Habló de su experiencia exitosa como director técnico de Godoy Cruz, se lo vio agradecido con la oportunidad que le dieron los dirigentes de ese club y mencionó una sóla “y pequeña” queja sobre Mendoza: el viento Zonda, que en realidad sólo aparece dos o tres veces por año. Reflexionaba sobre que hoy los jugadores eligen un club del interior o el conurbano con sueldos normales que se pagan en tiempo y forma, a los grandes con mejores remuneraciones pero retrasos a veces inmanejables. Dice además que ya un jugador puede mostrarse desde estos clubes y directamente ser vendido al exterior, sin pasar por Boca, River, Independiente, Racing o San Lorenzo. Asegura que tiene una “muy buena relación con Bianchi y la conducción de Boca”, que no se obsesiona con dirigir el club que lo hizo famoso y recuerda con mucha alegría su paso europeo por el club español Villareal. Interrogado sobre si le gustaría dirigirlo, dijo mantener buena relación, pero que primero necesita tres buenos años como mínimo acá.

Quinchos no serían quinchos sin una pincelada papal. Que esta vez tiene de nuevo a protagonistas argentinos. Mauricio Macri estuvo ayer con Francisco en la celebración, en Cagliari, de la Virgen de Bonaire, inspiraría el nombre de la ciudad que gobierna el PRO. Compartieron una misa junto a los embajadores Torcuato Di Tella y Juan Pablo Cafiero en la capital de Cerdeña, ciudad en donde los Macri han tenido una residencia de descanso y, en algún emprendimiento de Franco Macri y su amigo Giorgio Nocella. El jefe de Gobierno no fue ayer con su hija Antonia y el Papa se lo reclamó. Macri se ha guardado en el silencio más labrado lo que pudo hablar a solas el jueves con Bergoglio. Tuvo una cena el viernes con el gobernador de Cerdeña y su comitiva, en el ristorante Dal Corsario, en donde tampoco abrió el juego, salvo la mención de que lo vio más preocupado por el mundo que por la Argentina y que no vendrá al país hasta 2016. No le molestó al jefe del PRO que el mismo día recibiese el Papa para un desayuno a Gabriel Mariotto, pero sí le llegó el mensaje de que el pontífice quiso abrir la agenda al otro lado porque teme inclinar su influencia hacia algún sector en plena campaña electoral.

Vamos a terminar con un chiste fuerte. Un turista argentino se va de viaje a China; allí se «desata» sexualmente y no se cuida como corresponde. Una semana después, de regreso al país, se levanta una mañana y ve que su pene está cubierto por manchas verdes y moradas. Horrorizado, va a ver al médico, quien le ordena pruebas y le dice:

-Le tengo malas noticias: usted está infectado por el virus de Mongolia. Es extremadamente raro y no tiene cura. Vamos a tener que amputarle el pene.

-¡Nooooo!… ¡Quiero una segunda opinión!

-Como quiera, pero le aseguro que la amputación es la única solución.

Al día siguiente, va a ver a un doctor chino, que le dice:

-Virus de Mongolia… Rara enfermedad…

El paciente, desesperado, responde:

-Sí, sí… eso ya lo sé; pero…¿qué puede hacer usted para evitar que me amputen el miembro? ¡Mi médico me dijo que era la única terapéutica posible!

El doctor chino se ríe, moviendo la cabeza, y dice:

-Ay, estos médicos argentinos que siempre quieren operar para sacarle plata al paciente… Esto no es quirúrgico…

-¡¡Gracias a Dios!! ¿Qué tengo que hacer?

-Salte. Salte un poquito nomás y se le caerá solo…