El ex titular del Consejo de la Magistratura de la Ciudad reclama moderación en el debate por los cambios en la Justicia impulsados por Cristina Kirchner.

La Presidenta finalmente dio algo de contenido a su idea de democratizar el poder judicial. Política ella, pronta a llevar lo más adelante posible el “vamos por más, vamos por todo, siempre”, el doble fondo de sus propuestas técnicas es también político: al pueblo le devuelvo la Justicia; al proyecto político nacional y popular le entrego una herramienta más para su profundización. La Constitución y sus principios fundamentales como la división de poderes, hoy anacrónicos y conservadores, parecen ser los escollos a superar. Entiendo que ha llegado la hora de que aquellos vinculados al derecho y el poder judicial y que creen que estos principios son fundamentales para una República, se conviertan también en activistas. En defensa de la Constitución .

Días antes del discurso de la Presidenta el pueblo pudo ver como la política explicitaba un tema que el Poder Judicial y su ámbito de influencia no terminaba de advertir o asumir: la existencia de una lucha por el Derecho (recomiendo la lectura del libro del mismo nombre publicado por el CELS). El objetivo de la hasta ahora lucha-de-un-solo-bando podía ser discutible, los contrincantes difíciles de descubrir, pero tarde o temprano magistrados, funcionarios, intelectuales y académicos iban a tener que poner las barbas en remojo y meterse en el barro, aunque más no sea para defender “lo que siempre fue”. Rápida de reflejos la política definió los bandos: por un lado, y en la misma bolsa, conservadores, autoritarios, moderados, burócratas dependientes de las grandes corporaciones, defensores de la división de poderes, reyes de las designaciones a dedo y de las cautelares, defensores de la Justicia y Poder Judicial tradicional e indecisos. Por otro lado Justicia Legítima , liderado por Gils Carbó, representante de una independencia plena y absoluta de los magistrados no solo frente a otros poderes, sino también frente a grandes grupos económicos, superiores jerárquicos y organizaciones que los representan, pero al mismo tiempo activistas, no conformes con hablar por sus sentencias sino listos para salir a la calle y actuar según los dictados de su ideología, intereses personales y proyecto político que la encarne (no, no hay contradicción alguna en esto último, la misma política lo compatibiliza).

Justicia Legítima fue bendecido por la Presidenta para encuadrar técnicamente las propuestas enunciadas que permitan concretar su mensaje político. Pero la tarea no le va a resultar fácil. La independencia absoluta no existe, y Justicia Legítima y sus integrantes también lo saben, por más que proclamen lo contrario. Basta analizar la actuación de sus miembros que efectivamente ejercieron poder judicial, respecto a la política de ingresos de personal que aplicaron, si tienen familiares, si han actuado con independencia de los organismos que los representan, las corporaciones y el poder político, cuál ha sido la forma de utilizar las cautelares, cómo han actuado frente a casos de forum shopping.

Mientras la política juega su juego, existen muchas personas vinculadas al Derecho y la Justicia, magistrados, funcionarios, académicos, intelectuales, a los que no les interesa para nada esta división y lucha fanática y extremista y la consideran una locura. Si bien no reniegan de sus convicciones personales, políticas y religiosas, privilegian ciertos principios y valores cuya inobservancia consideran que hace imposible el funcionamiento de sistema judicial alguno. Esto los hace difícil de clasificar y encasillar ya que unas veces están más cerca del blanco y otras veces del negro. Durante los últimos diez años han evitado este tipo de confrontación, declarándose prescindentes de una pelea que sienten que no es de ellos. Pero la política ha invadido su casa y, lamentándose por lo bajo, ven cómo se derrumba poco a poco, transformándose en otra cosa. A esta altura, solo la Corte Suprema , con una composición ideológica y políticamente heterogénea, parece arreglárselas para no traspasar límites que no le conviene a nadie. Con el lente político actual, esta prudencia es también calificada de conservadora y blanco de ataques, yendo a para a la misma bolsa.

En definitiva, la lucha está planteada. Un bando parece estar bien definido. El otro debe terminar de definir sus objetivos, salir del letargo y recoger el guante. Guste o no, ciertos cambios son necesarios. Para empezar a cambiar hay que sincerarse y actuar con prudencia, y esto no saldrá de los extremos. El aggiornamiento (o supervivencia) de un modelo requiere ahora de la participación de todo ese grupo de magistrados y funcionarios que están en el medio, que conforman una mayoría silenciosa que también quiere ser independiente, por lo menos de los extremos que hoy los arrastran hacia posiciones peligrosas.

Clarificadas estas cuestiones, los más moderados de cada grupo deberían bajar los decibeles, superar sus propias contradicciones, e intentar dialogar entre ellos para alcanzar un mínimo común denominador que permita el fortalecimiento del Poder Judicial. Con apertura mental de ambos lados, debate y consensos. Para el bien de todos. Porque al final del camino política es poder, y el poder que hoy sostiene mañana suelta la mano. La revolución se come sus hijos. En este juego, salvo los que detentan el poder de turno y terminan prolijamente su tarea -ya sean grupos económicos concentrados, políticos o magistrados-, todos los demás pierden. Los fanáticos del lado en desgracia terminan presos o mueren en la oscuridad; los fanáticos del otro bando sufrirán otros castigos cuando cambie la suerte de sus también fanáticos sostenedores políticos. La mayoría judicial silenciosa, que está en el medio, seguirá sufriendo y flotando en un gris que no le permitirá trabajar en paz, haciéndola testigo de injusticias que no podrá denunciar por estar arriba de uno u otro barco. Para la gente común y corriente, más sopa-política y menos justicia. Para el país, inseguridades de todo tipo y una República que muta hacia el autoritarismo.

El autor es coordinador del Área de Justicia de la Fundación Pensar , Ex Presidente del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires. Escribano General del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 

http://www.lanacion.com.ar/1559983-poder-judicial-levantate-y-anda