Junto a mis colegas, Karina Banfi​ y Lucila Lehmann​, y diputados de diferentes países de Latinoamérica, participamos de una cumbre histórica para consensuar medidas concretas frente a la crisis de Venezuela.

Acordamos crear un Frente de Parlamentarios por la Libertad y el Respeto de los Derechos Humanos de Latinoamérica, para trabajar, no solo en Venezuela, sino también en Nicaragua y donde haga falta.

Uno de los temas más importantes sobre el cual nos pronunciamos es frente a la corrupción, no solamente del régimen de Maduro, sino la que se vive en toda la región. Ante esto, vamos a requerir a los gobiernos y órganos legislativos de nuestros países la activación de las unidades de inteligencia e investigación financiera y, además, que podamos tener la legislación necesaria para incautar y congelar los capitales controlados por el gobierno venezolano.

Finalizada la sesión, nos desplazamos hacia el puente internacional Simón Bolívar, que une a Colombia con Venezuela. Allí, firmamos la Declaración Conjunta de la Cumbre. Este hecho, sin dudas, representó un antes y un después para toda la región.

El lugar elegido para su firma no fue casual: representa una triste realidad que se vive todos los días. Actualmente, más de 30 mil hombres, mujeres y niños, lo circulan a diario buscando en el vecino país lo que no encuentran en Venezuela: comida, medicinas, atención médica y mejores condiciones de vida. También familias que se separan, en busca de un futuro mejor fuera de su país. Tuve la oportunidad de escuchar algunos testimonios desgarradores y realmente me produjo mucha tristeza. No obstante, en sus ojos también se veía esperanza.

Por todos ellos, creo que no debemos bajar los brazos y tenemos que ver cómo encontrarle la vuelta para que Venezuela finalmente pueda volver al sendero de la libertad, la tranquilidad y la democracia.