Recuerdo cuando falleció mi padre, él siempre quiso donar sus órganos y así fue que contactamos por primera vez al INCUCAI. Como ya estaba muy enfermo lo único que pudieron utilizar fueron sus córneas.
Las “adoptó” un jubilado, al que mi padre le regaló – de alguna manera – el placer de ver. Fue todo un símbolo para nosotros: mi padre amaba la lectura y disfrutaba como nadie de la charla post lectura del diario o de un buen libro.
¿Sabías que cada persona que dona sus órganos ayuda -en promedio- a salvar 2 vidas? La donación de órganos es la mejor forma de transformar el dolor en amor.