A la ley de paridad de género en las candidaturas legislativas en Argentina [1] se han opuesto, en las últimas semanas, varios intelectuales y periodistas de renombre. Los argumentos con los que solemos respaldarla nosotras, las mujeres, es el de la representatividad: si somos el 51 % de la población, merecemos al menos el 50 % de las bancas. Hasta ahora, a pesar de que ocupamos más de la mitad del padrón electoral, somos la minoría postergada. Nuestro reclamo tiene raigambre constitucional: el artículo 37 nos encomienda la generación de igualdad real de oportunidades entre mujeres y varones para acceso a cargos legislativos.

Otro argumento es el de la meritocracia: hoy hay más diputadas con títulos terciarios que diputados con igual formación; y más proyectos presentados por mujeres que por hombres. Pero incluso con estos datos, se sigue cuestionando la idoneidad de las mujeres.

Así y todo parece que los hombres no están convencidos de la profundidad del cambio ni de su necesidad. ¿Nos temerán? ¿Cómo hacerles entender que se trata de que reconozcan a la mujer como un actor económico y social relevante de la sociedad? Desde los inicios de nuestra civilización, la mujer ha sido definida por los hombres. Ha primado la mirada masculina dominante en las políticas públicas. Y han decidido hasta sobre temas de mujeres: su papel, su estética, su trabajo y hasta su cuerpo. Por ello, necesitamos más mujeres con visión de género en el Congreso, para actualizar leyes y posibilitar normas de trabajo adecuadas a los nuevos desafíos.

Si vamos por el camino del absurdo, ¿por qué no hay ley de cupo para los varones? Porque el poder ha sido su espacio «natural» de acción.

Que hayamos tenido una presidenta, que tengamos una gobernadora o una vicepresidenta, que sean las mujeres las que encabecen listas, no habla necesariamente de un cambio fundacional. Se trata de incorporar la mirada de género: que las mujeres, aquellas que se han preparado con ahínco, también encuentren oportunidades justas. Sin necesidad de destacarse por su presencia o su carácter, sino por su excelencia técnica. Son muchas las mujeres que participan en ateneos, sindicatos, clubes de barrio, pero ¿llegan a los puestos de dirección?

Es el primer mundo, y Ángela Merkel en particular, el que insiste en completar este desafío. ¿Si el G20 se ocupa y preocupa por la mujer y su papel en el mundo, seguirá siendo esta una moción de feministas? En la declaración final de Hamburgo, apartado 29, reza: «Empoderamiento de la mujer: La igualdad de acceso al mercado laboral, la propiedad, el empleo de calidad y los servicios financieros para las mujeres y los hombres son fundamentales para lograr la igualdad de género y la plena realización de sus derechos, así como un requisito previo para un crecimiento sostenible e inclusivo. […] También nos comprometemos a adoptar nuevas medidas para mejorar la calidad del empleo femenino y eliminar la discriminación en el empleo y reducir las brechas de compensación de género y brindar protección a las mujeres contra todas las formas de violencia».

Cippec informa que para el 2043, de seguir por este rumbo, Argentina será una sociedad vieja. Por ello necesitamos más mujeres con visión de género en el poder, para actualizar leyes y posibilitar normas de trabajo adecuadas a los nuevos desafíos: proteger la crianza de los menores, apoyar emprendedores, las industrias limpias y una distribución fraterna de los beneficios.

Las PASO fueron un claro ejemplo de que los partidos y las instituciones pueden adaptarse de manera competitiva con las mujeres en pie de igualdad. El 97 % de las listas de candidatos a legisladores cumplió con el nuevo cupo establecido del 50 %. Sin embargo, todavía quedan batallas por dar. En pocos días, con motivo de la celebración del Día Mundial de la Mujer Rural, presentaremos el primer proyecto de ley sobre los derechos de las mujeres rurales. El mundo rural es uno de los más cambiantes y con menos garantías para sus trabajadoras. Consideramos que no habrá desarrollo económico global sustentable si las mujeres no se integran rápidamente y de manera igualitaria al mercado de trabajo.Hemos recorrido un largo camino, sin dudas, aunque falta mucho. Una mujer que accede a un espacio de poder con mirada de género inevitablemente está excluyendo a un hombre. Y es de suponer que el malestar proviene de allí. Igualdad de derechos y oportunidades es ni más ni menos que eso.

[1] El proyecto propone un ajuste en el sistema de votación y en el modo de selección y presentación de los candidatos al Poder Legislativo para que 50 % de los representantes sean mujeres. Para profundizar sobre el tema y su contexto político sugerimos revisar: ‹www.nodal.am/2017/09/argentina-la-paridad-genero-se-perfila-ley/›, ‹www.eldiario.es/politica/Ley-paridad-argentina-mujeres-femenino_0_689781370.html›, ‹https://www.cippec.org/wp-content/uploads/2017/04/La-paridad-de-genero-en-el-Congreso-Nacional-VF1.pdf›.

[2] Artículo 37 de la Constitución de la Nación Argentina: «Esta Constitución garantiza el pleno ejercicio de los derechos políticos, con arreglo al principio de la soberanía popular y de las leyes que se dicten en consecuencia. El sufragio es universal, igual, secreto y obligatorio. La igualdad real de oportunidades entre varones y mujeres para el acceso a cargos electivos y partidarios se garantizara por acciones positivas en la regulación de los partidos políticos y en el régimen electoral».

Nota del editor: El proyecto de ley n.º 24012, Ley de Cupo Femenino, fue aprobado y modifica del 30 % al 50 % la participación de mujeres en la presentación de listas al Congreso argentino, para generar una paridad total de género.

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