Carlos Tevez nos mostró con crudeza que el hambre no es una fatalidad, pero si no se hace algo para terminar con la pobreza en nuestro país, es porque no queremos, porque elegimos seguir limitando la libertad y el desarrollo humano.
Mi carta publicada en La Nación:
HONESTIDAD DE TEVEZ
Imagino a un Jorge Luis Borges, verdadero creador de “relatos”, escribiendo la ficción que tuvo que vivir el jugador de Boca Tevez ante la repercusión de su espontáneo comentario sobre la pobreza formoseña. Tevez había declarado su experiencia en la provincia: “Del mundo no entiendo la desigualdad de las personas… En Formosa el hotel donde paramos es de cinco estrellas, es como si yo pongo un hotel de cinco estrellas en Fuerte Apache, porque la pobreza que hay en Formosa es muy grande, y de repente entramos al hotel y era Las Vegas”.
El futbolista realizó un ejercicio honesto, conmovido por la pobreza que él mismo supo sobrellevar. Pero estamos desacostumbrados a la honestidad. Ya decía Borges: “La honestidad es tan rara que uno tiene pocas ocasiones de estudiarla”. Todo lo vivido por el jugador podría convertirlo en el protagonista de un cuento nuevo de Borges: lo escribiría con una inflexión distinta, situándolo en esta misma época, quizás en distintas circunstancias, pero con el mismo objetivo: poner en evidencia el carácter complejo de nuestra sociedad, complejidad que si es limitada al populismo, se empobrece la ficción y multiplica al infinito las posibilidades de su tratamiento. Podría ser la historia de una gran valentía, de un hombre íntegro que por ser honesto se ve atrapado por un mar de conjeturas ante su sinceridad. Porque en vez de apreciar los logros de este héroe cotidiano que pudo conjugar la disciplina inglesa y la flexibilidad latina, el sentido del deber anglosajón y el estilo de vida italiano, cosechando miles de euros, aplausos , sin perder su sensibilidad, se enfrenta a la maquinaria populista de funcionarios mediocres.
Tevez nos mostró con crudeza que el hambre no es una fatalidad, pero si no se hace algo para terminar con la pobreza en nuestro país, es porque no queremos, porque elegimos seguir limitando la libertad y el desarrollo humano. Por eso quizás Borges comenzaría el cuento con: “Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche formoseña?”.
Cornelia Schmidt-Liermann