En la vigilia de Pascua Joven, el sacerdote nos invitó a encontrar la Galilea de cada uno. Un ejercicio de introspección que puede resultar en mejores relaciones dentro de la propia familia, entre nuestros amigos y compañeros de trabajo.

Tender la mano y ayudar al prójimo más cercano hasta verlo encaminado, de eso se trata. Darnos cuenta que las nuevas tecnologías nos ayudan a comunicarnos, pero no garantizan un verdadero diálogo.

A veces queremos arreglar el mundo sin darnos cuenta que nuestro vecino también nos necesita. O incluso más cerca y es nuestra propia madre quien quiere que la miremos a los ojos y le digamos “te quiero”.