El pasado 6 de julio concluía una iniciativa surgida de los internos de la U 48 para saber más sobre sus derechos y sus deberes como ciudadanos. Una lección sobre la responsabilidad.

Cuenta Juan José Cernusco que la iniciativa de este taller nació de los internos mientras recorrían los pasillos del Centro en las visitas organizadas por la Pastoral Carcelaria de la Diócesis de San Isidro. “La iniciativa surgió de los mismos internos cuando caminábamos las cárceles como todos los viernes. Ahora bien, a la iniciativa le inscribí objetivos muy específicos que puedo resumir en: presencia de autoridades que representan lo que se va a enseñar; es una situación que los enfrenta a saber que todo error tiene su contracara y por último la formación en sí de cada charla y el esclarecimiento de lo que es un estado de derecho, sus facultades y derechos, sus límites y tolerancia y lo más importante: su libre albedrío que los hace libres aunque estén presos”.

El Taller de Formación Ciudadana, animado por Juan José Cernusco, formó a 53 internos en aspectos tan importantes como cuáles son sus derechos y cuáles son sus deberes en la comunidad en la que viven.

¿Cuál es el perfil de los asistentes?

“Los internos que participaron eran de todas las edades, pero hoy en la cárcel la presencia mayoritaria es de jóvenes, en un rango de 18 a 35/40 años”, explica Cernusco. “La mayoría está casada o vive en pareja. La gran mayoría tiene hijos. Y los delitos son muy variados pero la Unidad 48 es de máxima seguridad con lo que todos los que ahí están han sido “condenados”.

Todos tienen alguna noción básica sobre el estado de derecho, pero lo que más conocen y quieren ampliar es todo lo vinculado a su pena, al derecho penal y procesal. Generalmente llevan a los talleres sus inquietudes e injusticias personales. Lo cierto es que no saben mucho de sus derechos y deberes como ciudadanos. Suelen tener una “mirada pesimista”, afirma Cernusco: “Siempre creen que la culpa es del ESTADO y eso es lo que me comprometí a tratar de cambiar. La culpa es de cada uno y depender de lo que te dé el Estado o las instituciones debe ser accesorio a lo que uno busca como persona. Es dificil hacerles conocer esto!”. Los internos no suelen abstraerse: focalizan todo en sus experiencias personales, de vida y de ilicitud y les cuesta tener una mirada más general sobre el conflicto y por tanto tener empatía con otras situaciones.

Para Cernusco, los internos salen muy fortalecidos; los disertantes, por su lado, valoran la experencia como algo único y dicen que recibieron mucho mas de lo que fueron a dar. “Asi es esto. Yo lo comparto 100%”, concluye.

 

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