Es doloroso ver la manipulación que algunos sindicalistas hacen de la Educación, que usan el futuro de nuestros niños como botín de trueque para sus intereses.

Y qué triste ver cómo se resquebrajó el fútbol argentino, que fuera orgullo nacional, por desmanejos de algunos y afectando a todos de alguna u otra forma.

¡Ya es hora de premiar al que hace las cosas bien, y ayudar al que se esfuerza!

Con un fútbol de valores, donde se respeten las reglas, que permita una competencia justa, donde tanto el club como los jugadores y los hinchas sean reconocidos. Solo así podremos recuperar la mística, y con ello también podremos educar.