La tragedia del viernes en la fiesta electrónica en Costa Salguero, demuestra que sólo es un mito que de las drogas se entra y sale fácilmente. Las drogas de diseño son tan peligrosas como cualquier otra. Una sociedad ausente es tan peligrosa como un Estado ausente: el Estado debe controlar y sancionar. Y los padres deben cuidar y guiar. Y eso implica poner límites, aunque a veces no sea placentero. Estamos perdiendo la lucha contra las adicciones, porque se minimizan los riesgos. Y solo hay pocos actores realmente involucrados.

Hay que armonizar la lucha contra las adicciones con una visión cristiana como nos propone el Papa Francisco: asistir a los vulnerables y carentes de contención material y afectiva. Debemos trabajar en reducir la demanda, como política de Estado, empezando en las escuelas. Y los organizadores de eventos, comerciantes, medios, publicistas y todos los actores sociales debemos actuar con responsabilidad.

Sin embargo, debemos predicar con el ejemplo. Y pongo como ejemplo a colegas diputados que habitan la Cámara de Diputados, la casa de las leyes, donde se incumplen prohibiciones sobre prácticas que están terminantemente prohibidas, como por ejemplo fumar dentro de las instalaciones. Hay legisladores que fuman en los pasillos y está claro que como representantes del pueblo nuestra obligación moral debe ser más fuerte que un vicio.