En cuando al consumo de alcohol, Argentina figura primera en Sudamérica y tercera en todo el continente, sólo detrás de Canadá y los Estados Unidos. ¿Cómo concientizar a los jóvenes si los adultos no toman conciencia? Estamos ante un cuadro clínico-social que ha adquirido una envergadura endemo-epidémica y, a su vez, en los últimos 10 años subrregistrada o subdiagnosticada.

Tanto los últimos resultados de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre alcoholismo como los del Observatorio de Drogas de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas (Sedronar) y de la Universidad Católica Argentina (UCA) confirman un resultado funesto, de una consecuencia que unos pocos venimos pregonando: en cuestión de drogas, a mayor permisibilidad, mayor consumo.

Hoy tenemos un gobierno que no sólo reconoce el problema: declaró la emergencia en adicciones en diciembre del 2016 y actúa en consecuencia, desarrollando e implementando actividades transversales e interministeriales, con el trabajo de la nueva Sedronar.

La complejidad del problema impone un trabajo mancomunado entre las disciplinas de la salud mental y las de las ciencias sociales (educación, sociología, derecho), como también la del trabajo, de modo de ofrecer una respuesta científicamente fundamentada e integrada.

Tenemos una buena ley marco en cuestión de adicciones, que posibilita que Sedronar esté implementando los dispositivos tanto preventivos como de tratamiento, trabajando con asociaciones e iniciativas de la sociedad civil y de diferentes credos. Y atención de la salud novedosa, como el Hospital Nacional de Salud Mental y Adicciones Lic. Laura Bonaparte, que ofrece a la comunidad un servicio ambulatorio de atención de niñas, niños y adolescentes al que integrarán otros dos dispositivos: Umanar, las unidades móviles de atención de la niñez y adolescencia, en territorio, que acuden a brindar ayuda a las víctimas de violencia física, psíquica o sexual y para la atención de quienes han colisionado con la ley penal; la internación aguda de niños y adolescentes (entre 12 y 17 años inclusive) en riesgo cierto e inminente para sí o para terceros.

Las respuestas nacionales deben necesariamente reflejarse en un mayor compromiso de los gobiernos municipales y provinciales. Es justamente en materia de adicciones que maldigo el federalismo: si un gobernador, un municipio hacen caso omiso al problema o incluso lo convierten en un antro feudal de producción y venta de sustancias, para el Estado es mucho más difícil actuar. Las acciones judiciales correspondientes en general no prosperan por lazos cómplices, por lo que la articulación con la sociedad civil o religiosa hay que hacerla con precaución y estrategia.

Es nuestra salud la que debería estar de moda y no una sociedad ausente, que es tan peligrosa como un Estado ausente. Por ello, hago un llamamiento a los padres, para que reemplacen el ser compinches en el exceso y pasen a ser aliados en el bienestar. Y a los comerciantes, los empresarios y los anunciantes, para que cumplan con su responsabilidad: vender alcohol a menores, abrir canales de venta en línea, combinar publicidades de cervezas, licores, etcétera con éxitos deportivos o sociales (lo que crea estereotipos “ganadores, fashion y sexies”) impide contrarrestar la tendencia. Por qué no mostrar compromiso y prohibir pautar publicidades de alcohol en audiencias de menores, difundir campañas de información en las escuelas, guiar y poner límites en casa.

Implementemos un pacto social donde cada actor cumpla su papel. Porque sin abrir nuestras almas, sin tomar conciencia de que la adicción no es del otro sino de nosotros, no lograremos mejorar.

Si la moda es la salud, debemos encontrar la forma de convocar a la solución a aquellos que ya son parte del problema: los jóvenes e incluso los adictos recuperados. Aquellos que han sido artífices de su propia salvación. No he encontrado mejor prevención social. El proyecto 1127-D-2017 ingresó el 23 de marzo de este año. Estoy convencida de que serviría en grado sumo incorporar a estos ejemplos como voceros indispensables. Así la salud volverá a ser la tendencia social.

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