Con fuertes llamados a la unidad, la convivencia y la concordia, monseñor Mario Poli encabezó ayer en la Catedral porteña su primer tedeum como arzobispo de Buenos Aires. “Si queremos, sabemos cómo encontrarnos”, afirmó, al darle un valor supremo a la voluntad de construir caminos de tolerancia y de diálogo.

Lo escuchaban, en primera fila, el jefe y la vicejefa de gobierno de la ciudad, Mauricio Macri y María Eugenia Vidal, junto a todo el gabinete porteño. Ambos funcionarios ocupaban los dos sillones especiales ubicados frente al altar, reservados en los últimos años a la presidenta Cristina Kirchner, quien nunca concurrió a la Catedral a escuchar homilías del cardenal Jorge Bergoglio, antecesor de Poli.

“Ojalá que el año que viene podamos estar todos juntos en la Catedral”, deseó la vicejefa Vidal”. Entre los legisladores, miembros del Poder Judicial porteño y ex funcionarios se veía a Federico Pinedo, Cornelia Schmidt Liermann, Jorge Enríquez y Santiago de Estrada, entre otros. También estaba el militante peronista Carlos Tula, sin su clásico bombo.

Al igual que el arzobispo Agustín Radrizzani en Luján, Poli llamó a “imaginar y pensar una nación donde no haya excluidos”. Y animó a “no tener miedo a la variedad de ideas, porque una convivencia razonable tiene la capacidad de construir la unidad a partir de la saludable diversidad de personas”.

“En nuestra historia hay virtuosos ejemplos de convivencia, tolerancia y diálogo: gracias a ellos se superaron desencuentros”, dijo el arzobispo porteño, quien estuvo acompañado por todos sus obispos auxiliares. Recordó que “es cierto que la democracia en la Argentina ha transitado una dolorosa experiencia de enfrentamientos, pero no faltaron también tiempos en que hubo en el país acuerdos fundamentales, como lo fueron la Constitución nacional y las provinciales”. Su frase no pasó inadvertida, en momentos en que sectores oficiales, incluida la propia Presidenta, impulsan la necesidad de avanzar en una reforma constitucional.

Al comienzo de la acción de gracias, el arzobispo porteño instó a rezar por la patria y a pedir perdón por los “pecados individuales y sociales”. Identificó a la Argentina con la imagen de la familia e insistió en trabajar para construir la unidad, al recordar que “la nación de hoy es como una herencia grandiosa repartida entre hermanos, pero que no da frutos si no mantenemos la integridad del patrimonio heredado”.

Poli celebró que “dos compatriotas hayan sido elegidos por Dios para alegría de nuestra gente”. Se refería al cura Brochero, el sacerdote que misionó en la región cordobesa de Traslasierra, que el 14 de septiembre será proclamado beato, y al papa Francisco, a quien recordó como “nuestro querido cardenal Bergoglio, que ya no es sólo nuestro, sino de los que tienen fe”.

El arzobispo primado pidió “mirar el futuro con serenidad” y dijo que “las promesas del Señor de permanecer con nosotros hasta el fin, alimentan la alegría del camino y son luz anticipada en la aurora de un nuevo tiempo para la patria”.

El tedeum concluyó con el canto del Himno nacional, seguido de un prolongado aplauso. Antes de despedirse y de saludar a Macri y a Vidal, el arzobispo Poli confió a los fieles: “Ustedes saben que estuve cinco años en La Pampa. Y en La Pampa terminábamos los tedeum diciendo: ¡Viva la patria!”, lo que arrancó otro cerrado aplauso en el templo.

Los asistentes al tedeum tuvieron que atravesar dos puertas estrechas para ingresar en la Catedral, ya que todo el frente de la iglesia fue ocupado por militantes kirchneristas que llenaron todo el espacio con carteles y banderas de apoyo a la Presidenta. “Ni siquiera pidieron permiso”, señalaron en el arzobispado, al mostrar que la exposición de todo el cotillón oficialista fue facilitado por el armado de una estructura de hierro destinada a hacer arreglos en la fachada del templo