Nos, diputados nacionales comprometidos con el desarrollo de la agroindustria como motor fundamental en el desarrollo de nuestro tan querido país, ratificamos la justa decisión que tomó nuestro presidente desde su asunción, de la baja de impuestos a los cultivos del campo.

Esta acción le ha dado al campo la pujanza añorada, que ayuda a solventar inversiones sociales y la supervivencia de los que menos tienen.

Además, participó el año pasado con el 44,8% del total de las exportaciones del país. Considerado por el INDEC como el sector exportador más relevante, representa los valores republicanos y federales, el alma argentina.

En el pasado, la agroindustria ya sufrió embestidas que lograron ahogarla. ¿Vamos a volver a ponerle un “cepo”? La recaudación sería insignificante, pero el mensaje nefasto.

El pequeño y mediano productor, alejado de la especulación, solo conoce el trabajo y la dedicación. 
Algunos motivos para incentivar, más que para reclamar.

La agroindustria es nuestro presente y nuestra esperanza: volver a los fantasmas del pasado es retener el futuro.

Con la llegada de la primavera, erradiquemos las malas prácticas populistas y encaminémonos al país que todos merecemos.

Pablo Torello
Cornelia Schmidt Liermann