Las muertes de los venezolanos Rodolfo González —encontrado sin vida en la cárcel— y el joven Kluiverth Roa  —baleado en la cabeza por un funcionario de la Policía Nacional Bolivariana— conmocionaron a gran parte de la opinión pública latinoamericana.+

Pero, ¿por qué no hay miles de políticos exclamando por justicia y derechos humanos? PanAm Post conversó con Cornelia Schmidt Liermann,  diputada argentina dispuesta a contradecir al mismísimo Maduro.

Cree que la inflación en Argentina hace que los sueldos se deshagan de las manos, y que como una misma pesadilla, su país refleja muchos de los errores de las políticas públicas venezolanas.

Para ella, la relación Cuba-Venezuela-Argentina está más viva que nunca. Entérese por qué.

¿Por qué cree que es importante para la región discutir y tomar acción sobre lo que esta pasando en Venezuela? 

Creo que hay que hacerlo porque los venezolanos son hermanos nuestros, latinoamericanos, y están viviendo realmente una dictadura. Se les están violentando los derechos humanos.

Lamentablemente, nosotros los argentinos tenemos una asignatura pendiente con Cuba: no salimos a defender a los cubanos como debía ser. Y ahora estamos viendo que Venezuela está pasando las de Caín, con violaciones sistemáticas a los derechos humanos.

Es terrible que en esta época haya un país que utilice un estado de legalidad para violentar derechos. Eso no lo debemos permitir los que estamos en la política.

También hay una razón más egoísta, y es que uno ve y teme que Argentina vaya por un rumbo similar. Uno reconoce ciertas estrategias de nuestro gobierno kirchnerista y ve algunas cosas que son casi un reflejo de lo que se ha instrumentado en Venezuela.

Debemos ayudar a los venezolanos, denunciar las cosas que pasan, siempre por las vías legales y respetuosas. El objetivo es lograr que Venezuela pueda transitar un camino de real a la democracia, porque realmente va a ser en beneficio de todos.

¿Cree que se podría llegar a aplicar la Carta Democrática Interamericana en el caso de Venezuela?

Ojalá. Lo veo muy difícil. Presentamos varios proyectos y pedidos. El presidente de la comisión del Mercosur del Congreso argentino también lo pidió dos semanas atrás, pero estamos pidiéndolo donde podemos. Yo creo y espero que los gobernantes que nos representan en estas organizaciones internacionales —como la OEA, Unasur, ONU—, las cuales considero importantes. Tienen que volver a leer sus propios reglamentos y estatutos para saber que tienen que salir a defender a la gente y no tanto a los gobiernos.

Brevemente, ¿qué similitudes reconoce entre Argentina y Venezuela?

Un gran intervencionismo, que eso ya rompe con nuestra Constitución argentina, basada en las ideas de Juan Bautista Alberdi. Es una Constitución generosa que confía en el ser humano y le brinda una amplia libertad. El Estado solamente tiene que estar cuando es necesario. Lo primero que hace el Gobierno venezolano, como el kirchnerista, es romper con eso. Eso te produce una discrecionalidad. No es un intervencionismo parejo para todos, porque empieza a haber muchas excepciones y todas ellas se eligen a dedo. Eso es injusto y poco transparente.

Si tuviéramos reglas claras y confiáramos en la libertad de comercio y en la creatividad del ser humano, podríamos estar mucho mejor.

Otra similaridad es la forma en que se comunican con sus ciudadanos. Se nota cada vez más que si fuera por Cristina [Kirchner] no existirían medios “opositores”. La misma forma de buscar enemigos. Ambos necesitan crear enemigos para que ellos sean los responsables de todos los males.

El otro tema peligroso es algo que Maduro casi logró: aniquilar el periodismo independiente. Ellos consideran que no necesitan al periodismo como intermediario. Eso para mi es totalmente funesto. A mi el periodismo y las preguntas me sirven como política para ver si estoy en buen rumbo o no. Es un feedback; una herramienta fundamental.

Tanto el Gobierno venezolano como el de Kirchner lo que buscan es terminar con ese intermediario que es el periodista, y tratar de comunicarse con el ciudadano de forma unilateral.

Ambos tienen una gran dialéctica. Son muy hábiles. Logran en discursos transmitir una realidad que no es cierta y a veces dicen mentiras como si fueran realidades, con un desparpajo… No la puedo culpar a la presidenta, le deben haber pasado información errónea.

Usted es la fundadora del grupo Parlamentario Latinoamericano por la Democracia en Cuba. ¿Cree que la normalización de las relaciones entre Estados Unidos en Cuba ayude a la instauración de la democracia en la isla o, por el contrario, refuerza la dictadura de los Castro?.

Mi gran temor es que sin quererlo Estados Unidos se convierta en cómplice de la mutación de una dictadura que no cambia.

Yo soy muy cuidadosa. Puede ser una buena posibilidad si realmente viene acompañada de exigencias de que se cumplan requisitos de más libertad en Cuba, más respeto a los derechos humanos. Si no, mi gran temor es que sea una dictadura que mute y que se beneficien unos pocos y no el cubano de a pie.

Si los cambios vienen de la mano de reales pautas y exigencias, con programas de capacitación del ciudadano común cubano, que este pueda ir a Estados Unidos a capacitarse, que pueda entrar a internet sin problemas; cosas básicas… Ahí te digo que sirve, si no, es peligroso.

No digo que sea de hoy para mañana, pero sí que haya un plan y que quizás esta apertura de las relaciones esté condicionada a eso.

Mi gran temor es que sin quererlo Estados Unidos se convierta en cómplice de la mutación de una dictadura que no cambia.

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