Visité a un grupo de monjas benedictinas de la Abadía Santa Escolástica, que desde hace unos años han sumado la repostería como otra de sus actividades y por la cual ganaron buena fama.
Con sus manos y amor han logrado exquisiteces, que podemos obsequiar a nuestros afectos. Ellas confían en el coraje de la fe y en el trabajo como mejor política social.
Una experiencia religiosa en la que se contagian la paz y la alegría de ayudar a quienes ayudan.
Nada detiene a estas bellas mujeres.