La concurrencia superó a las del 13-S y el 8-N; el rechazo a la reforma de la Justicia y a la corrupción fueron los ejes dominantes de la manifestación en casi todo el país; por primera vez participaron dirigentes de la oposición.
En una esquina porteña comenzaron a congregarse los primeros manifestantes.
Cientos de miles de personas en todo el país se movilizaron ayer contra el Gobierno, en la marcha más multitudinaria desde que la presidenta Cristina Kirchner asumió el poder. En esta manifestación, la tercera en poco más de siete meses convocada por las redes sociales, hubo un fuerte rechazo a la polémica reforma de la Justicia que impulsa el Gobierno y expresiones unánimes contra la corrupción en el poder.
Fuentes policiales y hasta de la Casa Rosada coincidieron en que la marcha de ayer fue más masiva que la del 8 de noviembre, aunque la estimación del número de manifestantes se dificultó por la dispersión geográfica de la protesta.
Con la bandera argentina como principal estandarte y con cacerolas en señal de protesta, en la Capital los manifestantes se concentraron principalmente en el Obelisco y en la Plaza de Mayo. Pero, a diferencia de las dos marchas anteriores, esta vez se trasladó al Congreso, donde momentos antes el oficialismo había impuesto su mayoría para dar media sanción al controvertido proyecto para restringir las medidas cautelares.
El cacerolazo también se sintió fuerte en frente a la quinta presidencial de Olivos (esta vez no estaba la presidenta Cristina Kirchner, que poco antes había partido a Lima y a Caracas); en La Plata, que el 2 de abril pasado padeció la inundación más trágica en su historia, y en Mar del Plata, Córdoba, Rosario y Mendoza, entre otras ciudades del interior.
Al igual que las dos marchas anteriores, la del 13-S y la del 8-N, la protesta se desarrolló en paz y no hubo incidentes mayores, con la excepción de la agresión a dos periodistas de la agencia oficial Télam.
Pero esta vez se destacó la participación activa de la oposición, cuyos principales dirigentes, salvo el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, decidieron movilizarse junto con la gente y prometieron trabajar para la unidad.
En la Casa Rosada, los pocos funcionarios que permanecían allí durante el reclamo admitieron que se estaba frente a una importante protesta popular, pero se preocuparon por afirmar que en nada cambiará el rumbo del Gobierno. Por el contrario, dijeron que el modelo será “radicalizado”.
El otro dato llamativo fue la actitud que tuvo la Presidenta mientras se desarrollaba la protesta. De viaje a Perú y a Venezuela, donde tiene previsto asistir a la asunción del presidente electo Nicolás Maduro, Cristina Kirchner bombardeó su cuenta de Twitter con más de sesenta mensajes, pero en ninguno de ellos aludió al cacerolazo contra su gobierno.
La mandataria se refirió con una buena dosis de crítica al reciente fallo de la Justicia que favoreció al Grupo Clarín en la aplicación de la ley de medios, a las obras públicas que realiza su gobierno y al encuentro que tendría, en el Tango 01, con el presidente de Uruguay, José Mujica, quien la acompañó en el vuelo hacia Lima.
Mientras tanto, funcionarios en la Casa Rosada insistían en que, a su juicio, buena parte de la sociedad todavía apoya la gestión de la Presidenta y que, por tal motivo, profundizarán sus políticas.
En esta línea, y lejos de formular una autocrítica, el Gobierno apurará la semana próxima en el Congreso la sanción definitiva del paquete de leyes sobre la reforma de la Justicia e insistirá en ignorar el escándalo que se desató en los últimos días a raíz de las denuncias periodísticas sobre presunto lavado de dinero que involucrarían al empresario kirchnerista Lázaro Báez.
Justamente, el rechazo a la corrupción fue una de las críticas más repetidas en las miles de pancartas que se vieron en la marcha de ayer y en los cánticos que, al son de las cacerolas, unió a los miles de manifestantes volcados a las calles.
Todo servía para hacer ruido: cacerolas, aplausos, silbatos y cornetas. “¡Justicia! Justicia!”, eran los cánticos casi unánimes de los manifestantes, que también entonaron en varias oportunidades el Himno Nacional.
Como en las movilizaciones anteriores, el grueso de los porteños partió de los barrios de la zona norte de la Capital -Palermo y Belgrano- para marchar por la avenida Santa Fe hasta el Obelisco, y de allí hasta Plaza de Mayo. Muchos siguieron después hasta el Congreso, donde se vio más tensión.
“BASTA”
La calle se había transformado en un verdadero torrente de personas de todas las edades, aunque se destacaba la enorme cantidad de jóvenes presentes.
El ingenio popular, plasmado en los carteles, dio lugar a las consignas más irónicas. “La plata de «La Rosadita» es de todos y todas”, rezaba uno de ellos; “Los funcionarios no sólo la juntan en pala, ahora la cuentan en kilos”, decía otro. Pero la mayoría de ellos repetía una misma palabra: “Basta”.
“Hasta acá llegamos”, era la frase predominante de un enorme cartel que se desplazaba por la avenida 9 de Julio. “¿Qué sentirían ellos si estuviesen viendo en lo que estás convirtiendo a nuestra patria?”, se preguntaba otra pancarta, que llevaba pegadas los retratos de Manuel Belgrano y de José de San Martín.
Una de las columnas principales de la movilización arrancó en la intersección de Santa Fe y Callao. Allí, un nutrido grupo de dirigentes opositores se encontró con los organizadores de la marcha (en su mayoría activistas de las redes sociales) y, detrás de una enorme bandera argentina, comenzaron la caminata. Allí se encontraban, entre otros, el presidente de la UCR, Mario Barletta; Federico Pinedo (Pro), el jefe de bloque radical de diputados, Ricardo Gil Lavedra; Oscar Aguad (UCR), Paula Bertol (Pro), Carlos Brown (PJ disidente), y Gerónimo Venegas (sindicalismo opositor).
Los demás referentes opositores se manifestaron discretamente desde distintos lugares de la Capital, entremezclados en la gente. Entre ellos Hermes Binner, líder del Frente Amplio Progresista (FAP), que se mostró junto a Margarita Stolbizer (GEN) y Roy Cortina (socialista). En otro sector se la vio a Elisa Carrió (Coalición Cívica) -una de las más aplaudidas-, junto a Fernando “Pino” Solanas, mientras que Francisco De Narváez (Frente Peronista) optó por el bajo perfil junto a su esposa.
En cambio, el que brilló por su ausencia fue el jefe de la CGT opositora, Hugo Moyano, quien tampoco movilizó a su gente a la marcha. El único dirigente sindical que se hizo ver fue Venegas (Uatre), que se adosó a la oposición.
Si bien la marcha no registró mayores incidentes, hubo algunas corridas en la zona del Congreso, donde un grupo de manifestantes se trepó por las rejas hasta llegar al enorme portón de entrada del edificio, sin lograr violentarlo. Pero, en general, la marcha, al igual que las anteriores, transcurrió en paz y, antes de llegar a la medianoche, se desconcentró en forma tranquila.
La protesta también se hizo sentir en el extranjero. Cientos de argentinos se movilizaron a la sede de las embajadas argentinas con sus pancartas, todas críticas al gobierno kirchnerista. “¡Fuera ladrones!” “Queremos una Justicia independiente!”, rezaban los carteles que se vieron en algunas capitales como Washington, Tokio, Sydney, Roma y Madrid.
Datos
Era la tercera vez que se convocaba a una marcha amplia por las redes sociales y, si bien no hubo cifras precisas de concurrentes, hasta el Gobierno admitió que fue más exitosa que el 13-S y el 18-N
El centro fue la Capital Federal, donde la gente fue hasta la Plaza de Mayo y después al Congreso. También hubo una gran concurrencia en La Plata, Córdoba, Mendoza y Rosario
Una de las novedades principales respecto de las protestas anteriores fue que participaron los referentes políticos antikirchneristas, quienes concurrieron sin identificación partidaria
Justicia, independencia y penalización de la corrupción desplazaron a inflación e inseguridad como los tópicos más reclamados por los manifestantes
Trató de minimizar la protesta, aunque reconoció su magnitud. La Presidenta mandó una catarata de tuits ignorando la marcha
Corrupción y Justicia, eje de los reclamos de la gente en la calle
Los carteles y voces de la protesta también se opusieron a la re-reelección de la Presidenta; quejas por la inseguridad
Mario Galasso estaba parado sin moverse, solo frente al Obelisco, con cara seria y un enorme cartel escrito con marcador negro. “La Cámara de Casación tiene un objetivo: que el Gobierno termine de robarse la plata de los jubilados”, decía el cartel que sostenía el jubilado de 69 años. “¡Me vine desde Claypole porque la Presidenta me paga a mí 1700 pesos y los de La Cámpora ganan 15.000 o 20.000!”, dijo, pasadas las 19.30. Como pidiendo permiso aseguró que no iría a la Plaza de Mayo, “porque después no llego a tomar el colectivo”.
El de Galasso era sólo uno entre los centenares de carteles que se multiplicaron en Plaza de Mayo con un tema repetido: la ácida crítica a la corrupción gubernamental. A diferencia del 8-N, en el que la inseguridad, la inflación y el no a la re-reelección fueron los principales ejes del reclamo, la bronca por los recientes hechos de corrupción que salpican al Gobierno fueron el motor casi excluyente de la manifestación denominada 18-A, convocada en principio para protestar contra la democratización de la Justicia que propone la presidenta Cristina Kirchner.
La inseguridad, las jubilaciones y, por supuesto, el reclamo de una Justicia independiente fueron otros de los reclamos que pudieron oírse en una plaza que mezcló improvisadas muestras de descontento con proclamas de partidos y organizaciones políticas.
“Estamos enojados con todos, ojalá alguien se salvara, pero no es así”, decía Elizabeth, de San Martín. Sostenía un cartel con la leyenda: “Cristina, Moreno, Garré, Fernández, Boudou: corruptos”. A su lado, el jubilado Héctor se quejaba de su sueldo y hasta arriesgaba que “Cristina mandó a cerrar Tecnópolis y se inundó mi casa” en el conurbano bonaerense. Héctor sostenía un sugestivo cartel: “[Jorge] Lanata te re-bancamos”, en relación directa con la investigación sobre presunto lavado de fondos que involucran al empresario K Lázaro Báez.
La corrupción fue eje de incontables carteles, aunque el tono fue menos agresivo que en manifestaciones anteriores. “Devuelvan la plata que robaron” y “la corrupción mata” fueron algunas de las consignas. “La Korrupción mata, por Once y por La Plata”, decía el cartel sostenido por una joven de jeans ajustados que intentaba salir en las cámaras del canal kirchnerista 360 tevé.
Menos espontáneos, políticos y organizaciones llevaron estudiadas consignas a la Plaza de Mayo. “Oposición unida”, “Justicia independiente” y “Unidos en Libertad” podían leerse en los globos blancos con letras azules sostenidos por jóvenes con remeras de la organización Ser Fiscal.
Raúl Castells, del MIJD, repetía su reclamo por el 82 por ciento móvil a los jubilados y se abrazaba con el rabino y dirigente de Pro Sergio Bergman, mientras repetía: “Queremos libertad de verdad”. El camión de las 62 Organizaciones, de Gerónimo Venegas, también tenía carteles con reclamos de recomposición hacia los jubilados. Había, allí, reclamos subidos de tono y el grito de “chorra” repetido una y mil veces. Nadie parecía prestarles demasiada atención. Un grupo de adolescentes sostenía cartones con leyendas vinculadas a la Justicia. “No a la re-re” y la palabra “Korrupción” con una banda roja cruzada eran algunas de sus consignas.
Los chicos y chicas que las sostenían se sumaron a la caravana que encabezaba Hermes Binner, a quien acompañaba la primera plana del Frente Amplio Progresista (FAP). Binner, al igual que el resto de los políticos, recibió tibios aplausos, al igual que Elisa Carrió, a quien acompañaba un muñeco que simbolizaba a la Justicia y el pedido de “un fiscal para mi independencia”.
Sin prestarles atención a los políticos, un joven sostenía un collage con los rostros de la Presidenta y su gabinete: “Ke se vayan todos”, rezaba el cartel. “Roban y siguen robando”, agregó el joven. Otro cartel, cercano a los jóvenes socialistas, era concluyente. “El Gobierno busca lavadores de euros. Pagamos por kilo. Presentarse en La Rosadita o la Rosada”, rezaba el sugestivo e improvisado afiche, referencia específica a las declaraciones del financista Leonardo Fariña en el programa Periodismo para todos .
El papa Francisco también participó en las consignas contra el Gobierno. “Pancho rezá por ella. No tenemos miedo”, decía una pancarta sostenida por una mujer enfundada en ropa roja.
Además de los carteles, los cánticos también sirvieron para expresar sentimientos. “Olelé, Olalá, si éste no es el pueblo, el pueblo dónde está”, gritó la multitud pasadas las 20.30, en un viejo latiguillo que se repitió hasta el fin de la manifestación. “Hay que gritar fuerte, que se escuche hasta Perú”, se rió un hombre de unos 40 años al compás de las cacerolas y el ondear de las banderas argentinas, que se vendían a diez pesos. Después, el Himno Nacional reemplazaría otros cánticos.
La mayoría de los políticos prefirieron no llevar carteles y mezclarse entre la gente. “Lamentablemente los políticos vamos detrás de los reclamos de la gente y no adelante, como debería ser”, se resignó el ex embajador Diego Guelar en medio de la multitud con bronca.
EL IMPACTO EN LA PRENSA MUNDIAL
Medios de prensa de distintos países, especialmente los de la región, destacaron ayer en sus portadas de edición digital la masiva marcha contra el Gobierno. El diario madrileño El Mundo tituló: “Una marea de indignados inunda el centro de Buenos Aires”. A su vez, el diario ABC, también de Madrid, destacó que la convocatoria es “un grito de protesta contra el modo de gobernar de Cristina Fernández de Kirchner. Por su parte, el diario uruguayo El País en el título señaló: “Comenzaron las manifestaciones contra el gobierno kirchnerista”. En la prensa brasileña, el diario O Globo resaltó que “decenas de miles de argentinos” salieron a las calles “contra la presidente argentina”..
La oposición tuvo un gran protagonismo y prometió trabajar para la unidad
Dirigentes de la UCR, Pro y el PJ opositor encabezaron la columna principal; Elisa Carrió fue la más aplaudida
Marcada por la afluencia predominante de personas no alineadas con ningún partido político, la protesta de ayer tuvo como novedad el fuerte protagonismo de los dirigentes políticos de la mayoría de las fuerzas de la oposición .
Sin identificaciones partidarias, casi todos tuvieron un alto perfil y se mostraron ante las cámaras de TV. Algunos, incluso, encabezaron la columna principal de la marcha y aportaron recursos y parte de su aparato a la organización de la protesta .
Dispersos en, al menos, tres grupos, marcados por las alianzas que se tejen de cara a las próximas elecciones, los dirigentes antikirchneristas coincidieron en que atenderán el reclamo de los manifestantes y harán un esfuerzo para lograr acuerdos electorales lo más amplios posible.
El jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, y el líder de la CGT opositora, Hugo Moyano, fueron los grandes ausentes. Pero no fueron los únicos: tampoco estuvo el sector del Frente Amplio Progresista (FAP), que encabezan Claudio Lozano y Víctor De Gennaro. Macri, de todos modos, no quiso quedarse afuera. “Estoy contento. Hoy fue un gran día para la democracia. La gente mostró el camino”, dijo, por medio de un post publicado en su página de Facebook.
Más alegre se mostró Elisa Carrió, la dirigente opositora más aplaudida por los manifestantes. “Agradezco a Dios que este pueblo haya salido a defender la libertad”, dijo, a metros del Obelisco, en medio de un tumulto de personas que se agolpaban para saludarla. “Si después viene la dictadura estaré presa, pero tan libre como siempre”, agregó la diputada, ovacionada por buena parte de la gente con la que se cruzó. “¡Lilita! ¡Lilita!”, le gritaban.
Carrió llegó acompañada de algunos dirigentes de su fuerza (Juan Carlos Morán y Héctor “Toti” Flores, entre otros) y enfrentó las cámaras junto con Fernando “Pino” Solanas, con quien avanza en un acuerdo electoral. “Hay una transversal mafiosa que cruza todas las instituciones, los poderes públicos, incluso los grandes partidos políticos”, dijo Solanas. Aliado de Proyecto Sur, el partido de Solanas, también estuvo el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST).
El grupo más numeroso de opositores se concentró en Santa Fe y Callao, y encabezó la columna integrada por los principales organizadores de la protesta. Codo a codo en la primera fila, detrás de una gran bandera argentina que decía “Justicia independiente” estaban, entre otros, Federico Pinedo (Pro), Paula Bertol (Pro), Patricia Bullrich (Unión por Todos), Silvana Giudici (UCR), Ricardo Gil Lavedra (UCR), Mario Barletta (UCR), Eduardo Amadeo (Frente Peronista), Carlos Brown (Frente Peronista) y Gerónimo “Momo” Venegas, jefe del sindicato de peones rurales y del partido Fe.
El gremialista aportó buena parte de la logística de ese brazo de la movilización. Un grupo de seis patovicas caminaban delante de la columna y despejaban el camino, a veces, a los empujones. Desde una camioneta con altoparlantes que marchaba unos metros adelante de la gente se repetía una y otra vez una canción partidaria. “Vamos con fe, vamos con fe”, decía el estribillo. Por medio de la agrupación La Solano Lima, que aportó un camión con pantalla gigante, intervino el sector del macrismo, que encabeza el vicepresidente primero de la Legislatura, Cristian Ritondo.
Los integrantes del Grupo de Acción Política por la Unidad (GAPU) también tuvieron una participación activa en la organización de la marcha. Imprimieron 4000 afiches que decían: “Basta #18A” y aportaron la bandera argentina que llevaron los dirigentes que encabezaron la columna. En la disputada primera fila se mezclaban los dirigentes opositores con los activistas de las redes sociales. Salvo alguna fricción aislada trabajaron en forma coordinada.
“Esta vez logramos reunir a gran cantidad de opositores. La ciudadanía está buscando una representación”, dijo Bullrich. La interrumpió una señora que la tomó de la mano y le pidió a los gritos: “¡Se tienen que unir!”. La diputada recogió el reclamo. “Esto se tiene que traducir en el mayor nivel de unidad. Que nadie diga: «Mi límite es éste», como hicieron en Venezuela”, propuso.
Coincidió con ella Giudici, una radical que trabaja en el gobierno de Macri. “Está muy bien que haya polarización. El Gobierno divide en blanco y negro; hay que demostrar que somos más del lado del blanco que del negro”, afirmó. Gil Lavedra confió en que se acortarán las diferencias entre las distintas fuerzas opositoras. “Cuando hay cuestiones que ponen en riesgo la República no debe haber divisiones en la oposición”, argumentó.
Otros dirigentes del mismo espacio, como Ricardo Alfonsín (UCR) y Laura Alonso (Pro), marcharon mezclados entre la gente.
El tercer grupo de opositores, encabezado por Hermes Binner, fue el de los dirigentes del FAP, que marcharon desde la sede del Cemupro, el centro de estudios del socialismo, en Esmeralda y Sarmiento.
“La urgencia es la institucionalidad. Los manifestantes necesitan institucionalidad”, dijo el ex gobernador de Santa Fe, al llegar al Obelisco. Lo acompañaban Humberto Tumini (Libres del Sur) y Victoria Donda (Libres del Sur), Roy Cortina (PS), Alicia Ciciliani (PS), Juan Carlos Zabalza (PS) y Ricardo Cucovillo (PS), entre otros. “Nuestro desafío es ofrecerle a la ciudadanía una alternativa para que haya otra mayoría en el Congreso”, dijo Donda.
Acompañado sólo por su esposa, Francisco de Narváez se mezcló entre la gente y no habló con la prensa durante la marcha. “Los ciudadanos marcharon unidos y ahora nosotros, los opositores, tenemos que hacer los mismo”, declaró, más tarde.
CITA OBLIGADA PARA CASI TODOS LOS OPOSITORES
Quiénes fueron
Participaron dirigentes de todos las fuerzas de la oposición, la UCR, el peronismo opositor, Pro y FAP. Entre otros, estuvieron Mario Barletta, Ricardo Gil Lavedra, Ricardo Alfonsín, Miguel Bazze, Ricardo Buryaile, Oscar Aguad, Federico Pinedo, Paula Bertol, Cornelia Schmidt Liermann, Pablo Tonelli, Patricia Bullrich, Eduardo Amadeo, Carlos Brown, Alfredo Atanasof, Laura Alonso, Gerónimo Venegas, Silvana Giúdici, Alfonso Prat-Gay, Elisa Carrió, Pino Solanas, Hermes Binner, Humberto Tumini, Victoria Donda, Roy Cortina, Francisco De Narváez, Gustavo Ferrari, Juan Carlos Zabalza, Alicia Ciciliani y Ricardo López Murphy.
Quiénes no
El gran ausente fue el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, que dio su apoyo en las redes sociales. Tampoco estuvo Hugo Moyano. Faltó el sector del FAP de Claudio Lozano.
Los jueces no asistieron, pero celebraron la marcha
Miembros de asociaciones de magistrados y del gremio, que decidieron no ir, la vivieron como un respaldo
Los jueces que resisten la reforma “democratizadora” de los tribunales que promueve el Gobierno vivieron la manifestación de ayer como un respaldo a sus críticas a las iniciativas de la Casa Rosada.
Celebraron que un eje central de la marcha haya sido la exigencia de una “Justicia independiente” y lo consideraron un apoyo a sus reclamos, aunque eligieron no mostrarse como parte de la marcha. Ni las asociaciones de jueces ni el gremio judicial -que hoy cumple tres días de paro- participaron de la protesta de anoche. Tanto el sindicato como las principales entidades que agrupan a los magistrados hicieron esta semana durísimas críticas a las iniciativas que está tratando el Congreso.
“Sin dudas fue un apoyo y un rechazo a las reformas, pero también una exigencia a los jueces para que seamos independientes”, dijo el juez Miguel Caminos, ex presidente de la Asociación de Magistrados y de la Federación Latinoamericana de la Magistratura. “La gente tiene bien clara la necesidad de una justicia independiente. Ser independientes es lo que nos legitima”, afirmó.
Para el presidente de la Junta Nacional de Cortes y Superiores Tribunales de Justicia (Jufejus), Luis Lozano, ayer quedó a la luz una “mayor conciencia” en la gente sobre la importancia de la Justicia como parte esencial del “Estado de Derecho”.
“Es un respaldo para que no se prive a la Justicia de los recursos que necesita y que no se genere un Consejo de la Magistratura que, con representantes de un solo color político, pueda promover que se eche a los jueces”, afirmó Lozano, presidente del Tribunal Superior de la Ciudad de Buenos Aires.
Lozano presidió ayer un encuentro de jueces de las cortes de todo el país en Santa Fe, al que asistieron más de 40 magistrados, entre ellos, el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti. Mientras ellos disertaban dentro del Palacio de Justicia se escuchaban de fondo las cacerolas de los primeros manifestantes.
“Es un claro respaldo, pero no debe ser leído como un respaldo político -sostuvo Lozano-, como si los jueces fuéramos un movimiento político en pie de guerra. Es preocupación por la independencia judicial.”
Los magistrados afines al Gobierno dicen, justamente, que las asociaciones de jueces tomaron una posición extrema contra las reformas, demasiado dura, con el objetivo de mantener su “statu quo”. Esta es la posición, por ejemplo, de varios miembros de Justicia Legítima, la agrupación que lidera la procuradora Alejandra Gils Carbó.
“Todo esto me parece un disparate”, dijo el fiscal de Casación Javier De Luca. “Poco racional y poco jurídico. En vez de discutir el contenido de las propuestas, convierten la cuestión en una pelea de hinchadas. Los magistrados no pueden suspender juicios por esto. Están en juego los derechos de las partes”, afirmó. Se quejaba de que, por el paro, se hubieran suspendido audiencias.
Son tiempos agitados en los tribunales. Hoy se cumple el tercer día consecutivo de huelga contra las iniciativas del Gobierno. Anteayer, el gremio judicial, que conduce Julio Piumato, reunió unas 3000 personas frente al Palacio de los Tribunales para resistir las reformas, en lo que el sindicato definió como “la mayor concentración de su historia”. La medida de fuerza coincidió con un corte de luz en el edificio cuyas causas nadie explicó y que colaboró con la inactividad. Ayer, otra vez, cientos de trabajadores se sumaron a la huelga. “En muchos tribunales los jueces atendían la mesa de entradas”, dijo Piumato, como prueba del éxito del paro.
El dirigente no estuvo anoche en la manifestación. “No es tiempo de mezclar. Esto es una convocatoria de la gente y yo respeto la expresión popular. No quiero que pueda interpretarse como oportunismo”, dijo sobre su decisión de no asistir.
No obstante, sostuvo que se trató de “un claro mensaje al Gobierno de que no se puede hacer cualquier cosa, por encima del pueblo y de la Constitución”. Dijo, sin embargo, que era factible que muchos de los manifestantes desconocieran con precisión los puntos de reforma que promueve el Gobierno. “No sé cuántos son conscientes del perjuicio que va a traer a todos los argentinos, pero ayer quedó claro que es un motivo más de preocupación del pueblo argentino”, afirmó.
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